Según la Comisión Europea, alrededor de unas 88 millones de toneladas se desperdician anualmente en la Unión Europea. Ya hablamos del desperdicio alimentario y en este caso me gustaría hablar específicamente de los residuos domésticos. En estos residuos se incluye toda la comida que tiramos porque no nos la comemos y también todos esos alimentos que acaban en la basura porque se nos estropean.
Socialmente parece que existe una aversión a comerse las sobras y directamente se tiran a la basura. Las causas de estas dinámicas pueden ser varias: fácil acceso a la comida, precios muy asequibles, sólo para nombrar algunas.
No sólo por el hambre que hay en el mundo se debe ser consciente del mal uso que hacemos de los alimentos, sino también por el impacto medioambiental devastador que tiene. La producción de comida requiere un gran número de recursos naturales, mientras que la comida en el vertedero no se puede descomponer de forma natural y desprende metano (un potente gas de efecto invernadero).
El compostaje puede ser una buena manera de reciclar en casa los restos de comida que no se pueden consumir, aunque la infraestructura necesaria nos puede asustar un poco. Es por eso que encuentro tan interesantes iniciativas como las de ShareWaste. Donde localizar gente cercana dispuesta a aceptar tus residuos alimentarios para su compostador. Estoy segura que hay mucha gente que hace compost a nuestro alrededor pero desgraciadamente aún no existe una red en España, Portugal o Italia de la misma manera que funciona en Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelanda o Australia (donde nació la iniciativa). Dependiendo de tu estilo de vida, reducir los residuos alimentarios y también reciclar las sobras son posiblemente las acciones más grandes que puedes hacer para reducir las emisiones de CO2.
Siguiendo con el mismo espíritu, cuando vamos a comer fuera seria muy positivo que llevarnos la comida que no nos podemos terminar fuera normal. Viajando a otros países, una de las cosas que aprecio más es como en los restaurantes te facilitan totalmente el trabajo en estos casos. No tienes que pedir nada, sino que directamente, si no te terminas el plato, los trabajadores asumen que te lo vas querer llevar (lo has pagado y es tu comida y ellos lo tiraran a la basura. No lo olvidemos), y te preguntan si lo quieres en una caja para llevar. Fácil y rápido.
Yo soy de las que me encanta tener sobras de la comida o de la cena para llevar-me en la fiambrera al trabajo o para tener una comida fácil y rápida durante la semana. Si lo encontré bueno la primera vez también lo estará la segunda. Incluso, es una muy buena idea cuando nos ponemos a cocinar, hacer cantidad extra y congelarlo en porciones para tenerlo listo aquellos días que nos falta tiempo para cocinar como puede ser con una lasaña, croquetas, albóndigas de lentejas, curris o sopas.
Qué más podemos hacer?
Si no sois muy fans de las sobras, procurar cocinar sólo esa cantidad que se consumirá en cada comida. Si tenéis sobras, es importante ponerlas en la nevera para mantenerlas seguras y, si no nos las vamos a comer al día siguiente, mejor congelarlas con una etiqueta para saber la fecha y que es.
Cuando se trata de sobras pensar con la regla 2-2-2:
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Tenéis un máximo de 2 horas para poner las sobras en la nevera.
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Deben ser consumidas en 2 días.
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Duraran como máximo 2 meses en el congelador.
Aquí tenéis algunas recomendaciones más para asegurar que vuestras sobras son seguras:
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Las sobras deben enfriarse antes de ponerlas en la nevera, pero deben colocarse en el frigorífico durante las dos horas después de la cocción.
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Asegurarse que el contenedor esté tapado o sellado.
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No calentar las sobras más de una vez.
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La carne o el pescado crudos descongelados y cocinados se pueden volver a congelar.
Aprendamos a querer nuestras sobras y démosles una segunda vida.
 Hola! Soy Maria, la Dietista – Nutricionista graduada detrás de More Than Feeding. Podéis leer más sobre mi historia aquí. También me encontraréis en facebook e instagram. |
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